Bienvenidos a mi cabeza... lo siento.

lunes, 15 de agosto de 2011

¡¡Tengo blog!!

Damos, caballeras, canis y demás seres del submundo en este universo y sus múltiples paralelos; tras la insistencia de muchas personas, un servidor ha decidido hacerse un blog. Y querría dedicar mi primera entrada a narrar una historia, una historia real, que tuvo lugar hace un par de días. Es la historia del saltamontes psicópata.
Día 1: Hallábame yo en el salón de mi domicilio, acostado plácidamente en el sofá y pokemoneando un poco, cuando de improvisto saltó sobre mi rostro cual guepardo abalanzándose sobre una gacela un insecto saltarín del tamaño de un dedo meñique y de color esmeralda; pero yo, ágil cual lince ibérico logré evitarlo y rodar hasta el interruptor de la luz para intentar dar caza a semejante aberración natural. Cogí una zapatilla, no mía,  de mi hermano (no iba a ensuciar la mía) y asesté al insecto no una ni dos, sino por lo menos ocho zapatillazos, siempre desde la seguridad que ofrece una distancia de dos metros; de los cuales no debí acertar ni uno, pues el insecto seguía con vida. Pero éste, atemorizado, optó por esconderse; vaya usted a saber dónde, pues era rápido de cojones; y permaneció ahí toda la noche, quedándome yo a la espera de que saliera para dar fin a su vida. Al ver que no asomaba, llegó un momento en el que me rendí y me retiré a mis aposentos, con el febril deseo de que el saltamontes psicópata muriera por inanición.
Día 2: De nuevo en el salón, en compañía de mis hermanos; hallábame yo con el ordenador encima de mis extremidades inferiores, cuando se abalanzó sobre la pantalla de dicho aparato, el saltamontes cabrón. Tal fue el salto que di, que el saltamontes huyó saltando y se volvió a esconder, de nuevo en lugar desconocido, y no volvió a asomar en toda la noche.
Día 3: Estaba yo en el sofá, dormitando, con mi hermano sentado al lado, viendo la tele; cuando de pronto mi hermano grita: "está ahí". Tratábase como no, del saltamontes psicópata, que como de costumbre me había atacado; esta vez mientras dormía yo (se debía creer Freddy Krueger) yo salí despavorido del sofá, y, por instinto, le asesté un zapatillazo mal dado, que lo único que causó fue el desprendimiento de una de sus piernas del resto del cuerpo. De todas formas el insecto logró esconderse de nuevo, y le perdimos la pista; hasta que, a altas horas de la noche, ya solo; apareció cojeando en el suelo, justo en frente de mi. No podía perder esta oportunidad, cogí mi zapatilla con fuerza y le asesté, con un sadismo enfermizo,  cinco golpes por lo menos; que pusieron fin a la vida del saltamontes psicópata. Finalmente decidí recoger su cuerpo inerte con un folio, y lo arrojé por la ventana. Terminando así una cruenta y larga guerra, que será recordada durante generaciones.

Y esto es todo, hasta aquí mi primera y cutre entrada, pero no os preocupéis, con ayuda del alcohol y los estupefacientes iré mejorando. Sois libres de comentar, insultar o hacer lo que os salga de los ovoides, tanto externos como internos (más conocidos como ovarios). Hasta la próxima

6 comentarios:

  1. Jajaja. Pues eso si que tu blog esta empezando de maravilla! :D
    Los insectos son cabrones.

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  2. Gracias, como he dicho las drogas me irán haciendo mejorar esto.

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  3. Dios, esto es genial! Que gran entrada espero que hagas muchas mas *__*

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  4. Vaya sadomasoquista el saltamontes, que vuelve y vuelve dia tras dia a recibir zapatillazos.

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  5. Lo extraño es que el cabrón los soportaba con fiereza; parecía de acero.

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